Nunca Más

No seremos simple eco de lo que quieren escuchar.
No todo lo que nos enseñaron era cierto.
Perdimos la pereza a pensar y el temor de pensar diferente.


jueves, 19 de abril de 2007

Bolivia, Sociedad Alcohólica

El primer paso en la rehabilitación de una persona alcohólica es aceptar que se es alcohólico. Me atrevo a pensar que esta regla se aplica también para la rehabilitación de una sociedad.
No digo que éste sea un problema exclusivamente boliviano. Muchas sociedades, especialmente latinoamericanas (nunca lo había pensado, pero me interesaría saber qué papel habrán jugado los colonizadores en la proliferación de este vicio), sufren de este mal, mas no vamos a buscar alguna justificación en ello, "mal de muchos, ...".
Habría, sin embargo, que hacer, si es que no están hechos ya, estudios que relacionen el grado de alcoholismo de una sociedad como determinante del grado de pobreza de la misma. No faltará quien diga que el alcoholismo es efecto antes que causa, pero aun si fuera eso cierto, eso habría sido en un comienzo, con toda certeza hoy es un retroalimentador de pobreza y atraso.
Resulta hasta gracioso, observar cómo en Bolivia cualquier norma contra el alcoholismo se pasa por alto. Es más, el estar ebrio es atenuante ante cualquier falta moral e inclusive para nuestro código penal (excepto para temas de tránsito). No es todo, son comunes entre los jóvenes los héroes legendarios que se tomaron una tella de un solo trago, el que volteó a no sé cuantos, el que ante la falta de trago le metió su loción, el que se farreó una semana sin dormir, el que ganó el "ingetrago", el que maneja mejor de borracho.
El borrachito es un personaje simpático, convertido en parte del folkolore boliviano y el alcohol es el gran mediador social, el alma de la fiesta, el que forja amistades y une parejas.
Pero lo dicho tiene un trasfondo trágico. No es sólo el artillero botado en la calle. No son sólo los accidentes y crímenes acontecidos bajo la influencia del alcohol o las familias destrozadas, no es sólo la imnensa cantidad de dinero que se gasta en trago siendo ésta una sociedad tan pobre, no son sólo los antivalores que se promueven ni las enfermedades hepáticas, estomacales, cánceres, demencias, etc.
Lo realmente triste es que la sociedad boliviana, el boliviano, es socialmente dependiente del alcohol porque adolece de frustraciones y complejos muy profundos, una autoestima muy baja, deseperanza y ganas de huir de esta realidad a costa de su salud, de su familia y de su involución.